martes, 20 de julio de 2010

"Distinguir entre Rectitud y Especulación"

(Fragmento *)

La manera en la que un hombre honesto mantiene su mente es tan sólo una cuestión de distinguir entre lo ético y lo ventajoso. La distinción entre el hombre noble y el mísero, la diferencia entre los principios de reyes y caudillos estriba en la brecha que existe entre rectitud y especulación.
¿Qué es rectitud? Hacer examen de conciencia con sensación de vergüenza y miedo, autocrítica tras lidiar con los asuntos; eso podría denominarse rectitud. ¿Qué es el lucro, la especulación? Abandonarse a los deseos internos, tratar de conseguir comodidad y placeres externos; eso podría denominarse especular.
Tanto en el pasado como en el presente, el proceso de los principiantes que entran en el Camino consiste en aclarar la distinción entre lo que es correcto y lo que es ventajoso. Y es así porque a la gente le resulta muy atractivo el lucrarse y todo el mundo se obsesiona con ello. Así que en cuestiones de vida y muerte les gusta la vida y odian la muerte; en asuntos de ganancia o pérdida corren hacia los beneficios y huyen de las pérdidas; en cuestiones de labor y holganza, les desagrada la labor y se dedican a la holganza.
Las necesidades de alimentación, vivienda e indumentaria, el alcance de mirar, escuchar, hablar y actuar… Allí donde ocurre la sensación no puede suceder otra cosa. La enseñanza de sabios y nobles no es despreciar la vida y lanzarse a la muerte, o correr hacia las pérdidas y evitar las ganancias, ni laborar sin holganza. Los gustos y aversiones de sabios y personas nobles no pueden ser distintos de los de las personas comunes: la diferencia sólo radica en el discernimiento o la confusión.
¿Qué quiero decir con lo de confusión? Lucrarse uno mismo, sin tener en cuenta a los demás, a eso le llamo confusión. Si lo que quieres es obtener algo para ti mismo, ten en cuenta que todo el mundo quiere lo mismo; por ello, lo que hacen los sabios y las personas nobles es distinguir la importancia relativa.
… El mundo y la nación son más importantes que el individuo. Mirar, escuchar, hablar y actuar es menos importante que la mente.
Cuando investigas y razonas a fondo la cuestión de la importancia relativa, la confusión debería cesar. Y es así porque en una situación de vida y muerte, si existe peligro inminente de dañar a personas importantes, como el señor o el pueblo, uno no debe dudar en morir sin pensárselo dos veces; aunque si esas personas importantes para ti no corren peligro alguno, entonces lo correcto es que conserves la vida. Eso también puede aplicarse a ganar y perder, laborar y holgar.
Cuando examinas los principios de las cosas de este modo en todas las situaciones, en ese momento se desarrolla una conducta correcta y racional, a la vez que desaparece lo que motiva la ganancia y la pérdida. Incluso así, la distinción entre lo que es beneficioso y lo que resulta perjudicial queda de esta manera clara: lo beneficioso es verdaderamente beneficioso, lo perjudicial es realmente perjudicial. Cuando los sabios enseñan esto a los nobles, no están forzando nada, sólo permiten que lo reconozcan en sí mismos y aplican la razón de su inevitabilidad a todas las cosas.
Sabiendo que esta confusión es difícil de analizar, la gente de antaño pergeñó diversas doctrinas. Si se es un hombre de categoría, al abandonar un deber obvio a causa del interés personal es desde luego vergonzoso y espantoso, muy lamentable. A causa de ello, las personas se sienten orgullosas cuando obtienen pequeñas ventajas, arrogantes cuando alcanzan el éxito, buscan dinero y huyen de las dificultades, intentan prevalecer con sus argumentos, quieren una parte más grande, se sienten descontentos, desean satisfacer todas sus ambiciones y esperan que cualquier posible placer sea absoluto.
Cuando se manifiestan estos deseos ilimitados de este tipo, no puede distinguirse la importancia relativa y uno se olvida de lo más serio y valora lo más frívolo, descuidando al final los deberes para con su señor y súbditos, padre e hijos, hermano mayor y hermano menor, maestros, compañeros, esposo y esposa, haciendo sólo lo que uno quiere, dando paso a consecuencias desagradables. Ello se debe a que el abandono de los deberes propios implica la violación de las leyes naturales.

* Yamaga Soko (1622-85)
En sus enseñanzas sostiene que la función del Samurai es la de ejemplificar en vida la virtud, igualándolo así al "hombre superior" de Confusio.

jueves, 8 de julio de 2010

"DECORO AL HABLAR"

(Fragmentos*)

… Hablar es un acto de comunicar lo que está dentro. Se dice que aunque se trate de un chiste, proviene del pensamiento. Como el habla emerge externamente a partir de la actividad interna, siempre que estás agitado hablas atolondradamente. Serás locuaz y frívolo, hablando sin moderación, demasiado, tal vez incluso inventado anécdotas para la ocasión o molestando a los demás con palabras intempestivas.
... Bajo esta perspectiva, y como las palabras y el lenguaje son manifestaciones de lo interno, si eres descuidado, tus modales también serán desordenados. La preocupación de un hombre noble por evitar el lenguaje descortés debe ser apreciada.
Eso debe ser a lo que se refieren las orientaciones para hablar, que dicen que hablar puede crear enemigos y hacer amigos, puede atraer la fortuna y la calamidad, la gloria y la desgracia. Es muy fácil ser pretencioso, mientras que si es demasiado complicado se torna obstaculizador. Sabios y eruditos han advertido ya desde la antigüedad acerca de hablar demasiado sin que vaya acompañado de una acción equivalente. Por lo general, aunque es muy fácil abrir la boca y hablar, cuando no se moderan las palabras, uno se torna demasiado locuaz sin que venga a cuento, y como no puede poner en práctica todo lo que se dice, acaba siendo palabrería hueca y promesas incumplidas. Es algo de lo que uno debe avergonzarse.
Por tanto, para que tus palabras sean siempre mesuradas, cuando vayas a hablar por iniciativa propias, hazlo tras haber calculado cuidadosamente la oportunidad y considerando la ocasión. Esa es la idea que subyace al dicho “Prefiere la discreción a la hora de hablar, como si no pudieras hacerlo”.
Las palabras se reflejan en los actos, y los actos se reflejan en las palabras. La determinación de hacer lo que dicen en todas las cosas es lo que gustan hacer los hombres de carácter noble. Debes poner atención y hablar sin ser inoportuno, siendo moderado incluso a la hora de estar de acuerdo con lo que dicen otros, para no ser inoportuno ni ofender con tus palabras.
Si te descuidas y sueltas la lengua, hablarás demasiado y te equivocarás, cansándote y siendo maleducado…
“Tal vez un loro pueda hablar, pero sigue siendo un pájaro, un orangután tal vez pueda hablar, pero no deja de ser un animal”. La cuestión es que si careces de cortesía siendo un ser humano, aunque puedas ser sincero al hablar, lo que digas recordará a un animal salvaje…
Cuando hablas con demasiada rapidez estás siendo maleducado, y a tus oyentes les resultará difícil seguirte. Cuando hablas en voz muy alta, asustas a la gente para nada. Además cuando hay mucho que decir, si empiezas en voz muy alta, te será difícil acabar de explicarte. Eso es lo que debe querer decir el dicho que aparece en los Anales de modales: “La boca manifiesta calma, el tono gravedad".
…Cuando las personas de antaño hablaban, saludaban a quienes les rodeaba. Cuando no se escucha atentamente lo que dice la gente sino que se responde como si se entendiese, a causa de tu falta de cuidado, tus respuestas estarán inevitablemente fuera de lugar; afirmando saber lo que no sabes y diciendo recordad lo que no recuerdas, demostrarás ser un inconsistente. Este es un ejemplo de la antigua máxima: “Una vez que se pronuncia una palabra, no la podrá alcanzar ni una manada de caballos”.
… La descortesía no sólo se refiere a un lenguaje vulgar o impropio. Siempre que abres la boca sin moderación estás siendo descortés. Debes comprender la magnitud de la exhortación sobre no decir nada descortés.
… Hablar todo el día, desperdiciar palabras, querer hacer gala de la propia inteligencia y lucirse verbalmente es algo que una persona noble detesta: es elocuencia vana. Los miserables están acostumbrados a darle la vuelta a todo en su propio beneficio. No hay peor indecencia verbal que ésa.

/ * Yamaga Soko (1622-85) En sus enseñanzas sostiene que la función del Samurai es la de ejemplificar en vida la virtud, igualándolo así al "hombre superior" de Confusio. /