Entrevista a
Leonardo Boff (*)
“Es el momento de
encontrar un nuevo paradigma, que supere lo viejo y dinamice lo nuevo. Debe ser
un eje esencial de las relaciones planetarias”, enfatiza Leonardo Boff, teólogo
de la liberación, uno de los más prominentes pensadores latinoamericanos
contemporáneos.
Si la globalización
es la lógica predominante en el planeta; si la tierra es el espacio común
único, y los seres humanos una especie profundamente interdependiente; entonces
la antigua noción de cooperación Norte-Sur debe ser redefinida. “Es el momento
de encontrar un nuevo paradigma, que supere lo viejo y dinamice lo nuevo. Debe
ser un eje esencial de las relaciones planetarias”, enfatiza Leonardo Boff,
teólogo de la liberación, uno de los más prominentes pensadores
latinoamericanos contemporáneos. En esta entrevista exclusiva Boff apuesta a un
“Contrato social universal,” donde imperen relaciones justas, una cultura del
diálogo- consenso, y, particularmente, una cooperación realmente solidaria.
REFLEXIÓN AL CUMPLIRSE 50 AÑOS DE E-CHANGER (INTERCAMBIAR)
Entrevistador (E): La humanidad vive en un planeta cada vez más global. ¿Cuál es el desafío
presente y futuro de la relación entre hemisferios, continentes y hombres?
Leonardo Boff (LB):
Esta globalización significa una nueva etapa de la historia de la
humanidad y de la tierra que se caracteriza porque todos los pueblos, culturas,
tradiciones, religiones se encuentran en un lugar único, la casa común, el
planeta tierra. Entonces, debemos compartir. No hay otra alternativa. Este
concepto, tal vez, constituye el aspecto singular de este momento. Como nunca,
hoy, el ser humano se reconoce como una especie, una familia, que habita un
espacio que tiene recursos limitados, con superpoblación y en una tierra que se
muestra enferma dado al calentamiento global y el desequilibrio pronunciado de
los ecosistemas.
Esta constatación
global exige una solución global. Una acción global sólo puede resultar de la
colaboración, de la solidaridad que cada cultura, religión, ser humano,
persona, iglesia, país, pueda promover en beneficio de la totalidad. Por lo
tanto, la actual globalización exige una nueva cooperación y solidaridad.
LA COOPERACIÓN RIGE
EL UNIVERSO:
E: Es decir...
LB: Sin la cooperación
y la solidaridad quedaríamos presos del viejo paradigma que se caracteriza por
la competencia y no por la colaboración. Un mundo de conflictos,
enfrenamientos, de una gran acumulación de riquezas por una parte minúscula en
detrimento de la exclusión de la otra parte mayoritaria. Pienso que por primera
vez, dada la magnitud de la crisis, se da la posibilidad de entender que los recursos
de la tierra deben ser distribuidos en forma equitativa entre todos los seres
humanos. Eso exige una gestión global y consciente de los recursos con que
contamos. Y ahí la categoría central de la cooperación y la solidaridad.
Conceptos que no dependen de la virtud individual que uno pueda o no tener. Una
cooperación y solidaridad en el marco del trasfondo de lo que nos confirman los
astrofísicos, los biólogos, los científicos en general. Quienes afirman que la
ley más universal del universo es la cooperación de todos con todos. Como decía
el físico alemán Heisenberg, la ley máxima es que todo tiene que ver con todo,
en cualquier momento y circunstancia. El todo es hecho con la suma de los entes
virtuales y reales. El conjunto de energías del conjunto de los seres. Y allí
rige la cooperación y la solidaridad de unos con otros para que todos puedan
vivir y coexistir asegurando el respeto de la biodiversidad.
E: ¿Sostiene la figura del planeta como casa común y los seres humanos, no
importa en que continente, como la gran familia humana?
LB: La noción del
Estado-Nación existe y tiene su función, pero en cierta forma es una categoría
del pasado. Ahora, la Nación única es la tierra. Y todos los seres humanos son
ciudadanos de la misma. Conservando las experiencias que ellos han hecho a lo
largo de siglos, en sus culturas, ecosistemas, mundo de valores y
espiritualidades. Todos aportan y comprueban que esas dimensiones son todas
humanas. Significa que el ser humano puede ser humano de mil formas diferentes.
Que no hay una sola forma occidental y cristiana. El conjunto de esas
manifestaciones diversas son dignas, expresan la riqueza de lo que significa el
ser humano. Y ahí aparece la familia humana, con distintos rostros, hermanos y
hermanas, formas de vivir diferentes, pero todos como miembros de la misma. Hay
muchas especies de seres vivientes. Entre ellas el ser humano, que forma dicha
familia. Y el gran sueño de la familia, por pequeña que sea, es reunirse,
celebrar juntos, festejar la generosidad de la naturaleza. Y este es el sueño
de la familia humana que se sienta alrededor de la mesa de la casa común, para
disfrutar lo que la tierra puede ofrecerle y los bienes culturales que hemos
creado. Y entonces, en ese caso, la familia se sentirá contenta. No en un valle
de lágrimas sino en un terreno de bienaventuranzas.
EL VIEJO PARADIGMA
DE LA COOPERACIÓN
E: Diferentemente a su visión humana y humanista de la cooperación, lo que
hoy impera, sin embargo, es la reproducción de mecanismos de dominación del Sur
por parte del Norte... Y, a veces, en ese marco, la cooperación aparece como
una fórmula para tranquilizar conciencias.
LB: Es la estrategia del viejo paradigma.
Que haya naciones que tengan la hegemonía. Donde una entre ellas es imperial y
domina e impone rumbos. Ese paradigma no busca cambiar el sistema sino, a lo
sumo, disminuir los efectos negativos del mismo. Y ahí entra la visión
tradicional de la cooperación, que no cambia ni las relaciones de poder ni los
privilegios. La tierra crucificada, dividida en muchos países, explotada. Con
una cooperación existente pero que no constituye el eje mismo de la sociedad
planetaria, que sirve para tranquilizar la mala conciencia de algunos, que
intenta tranquilizar a los que sufren para que no se rebelen, mientras el
sistema que crea marginados se mantiene intacto. Esa visión, pienso, se está
desgastando. Y cambiamos rotundamente de rumbo y referentes o vamos hacia un
conflicto generalizado.
GLOBALIZACIÓN,
BALCANIZACIÓN Y COOPERACIÓN
E: En ese desafío de paradigmas, aparece un concepto –muy debatido en los
diversos Foros Sociales Mundiales- de particular peso: el del Sur Global. ¿Cuál
es su visión?
LB: Hay dos actitudes y tareas
importantes. La primera, reforzar a los países del Sur para que ellos tengan
más fuerza de negociación con el Norte. Reivindicando, por ejemplo, mejores
precios de sus productos en el comercio internacional; influyendo sobre las
políticas internacionales. La segunda, es darse cuenta que el proceso mundial
es contradictorio: existe al mismo tiempo globalización y balcanización. En ese
sentido es muy importante que exista esa articulación del Sur global, porque es
justamente en el Sur donde existen todos los elementos que necesita el Norte:
agua dulce, petróleo, diversidad. Todo eso está en el Sur pero cada vez más re-colonizado
por las empresas multinacionales. Si bien existe esa contradicción Norte-Sur,
es importante ver la tierra como la ven los astronautas, como una entidad única
y junto con ella la humanidad formando un ente solo. De allí encima, no se ven
las diferencias Norte-Sur, si este ser es católico o musulmán... Y en el nuevo
paradigma es fundamental esa visión. E impedir lo que promueve la explotación
actual de recursos: la bifurcación de la gran familia humana.
El gran riesgo hoy
es que los poderosos construyan un Muro de Berlín que separe el Norte y el Sur.
Que utilicen todas las tecnologías y avances como la biotecnología o la
nanotecnología, para que en el Norte se viva hasta los 130 años, dejando al
resto de la humanidad afuera. Y pienso que uno de los desafíos humanísticos
clave hoy –que incumbe también a las iglesias- es el de mantener unida la
familia humana, impedir la bifurcación. Y aquí vuelvo a insistir en el valor
del nuevo concepto de cooperación. No debemos pensarlo como un dato más. Sino
como un proyecto personal y colectivo, que anime la relación entre los pueblos
y mantenga unida la familia humana. De lo contrario habrá profundos
desgarramientos.
E: Entendiendo entonces al Sur global como la unión de los marginados tanto
del Sur como del Norte...
LB: Esta observación es muy importante.
No debemos comprender lo del Norte y Sur como categorías sólo geográficas, sino
sociológicas. Y es esencial la unión de ese Sur global porque le da fuerza al
grito contra la injusticia. Sería importante definir une especie de diplomacia
popular. Que los pueblos se visiten, se encuentren, se sientan, vean las
respectivas voluntades de amar, de construir... Y ahí desaparecerán rápidamente
los preconceptos. Descubrimos que todos somos humanos, frágiles, llenos de
deseos, que queremos la felicidad. Y que todo eso vale mucho más que una
nutrida cuenta en un banco. Y que el ser humano es mucho más importante que
cualquier proyecto tecnológico. Todo eso es sólo posible, insisto, a partir del
contacto de piel con piel. ¿Porqué no promover un verdadero Contrato Social
Mundial, que hoy por hoy no existe. Un Contrato que nazca desde abajo, desde
los pueblos.
UNA NUEVA
COSMOVISIÓN
E: ¿Podría definir más ese nuevo paradigma de sociedad planetaria? ¿Algunos
conceptos esenciales de la misma?
LB: Más que preceptos o reglas me parece
que hay que pensar direcciones y rumbos. En primer lugar, el convencimiento de
que tenemos una sola tierra como casa humana. Luego, que la tierra-humanidad es
una gran unidad. La tierra es vida y no sólo tiene vida sobre ella. Esa
tierra-humanidad hay que protegerla porque está amenazada por actividades
irresponsables de los seres humanos, especialmente en los últimos trescientos
años al generalizarse un modo de producción industrialista.
En tercer lugar, la
ética fundamental es la del cuidado. Todo lo que vive exige un cuidado.
Nosotros mismos no existiríamos sin el cuidado de nuestras madres al nacer.
Otro punto clave, es desarrollar la compasión. No como piedad sino promoviendo
la capacidad de sentir como el otro. Y crear estructuras que permitan que la
tierra pueda existir. El quinto aspecto es el de la responsabilidad universal.
Darnos cuenta de las consecuencias de nuestros actos. No podemos impulsar una
guerra hoy porque significaría la destrucción de la especie humana. No podemos
usar los organismos genéticamente modificados porque producen consecuencias
enormes a la estructura de la vida. Eso implica promover una ética de la vida.
Y tener en cada país o región cuerpos éticos que estudien las consecuencias de
los actos. Impulsar una ciencia con conciencia. No una ciencia para el desarrollo
sino para la vida, que sea buena para las grandes mayorías.
Complementariamente, y un sexto aspecto, estoy convencido de que una ética no
se impone si no hay un áurea de espiritualidad. Un sentido más amplio de la
vida.
Estamos enganchados
con algo que trasciende el mundo, somos seres en una serie infinita de acción
que sólo descansan cuando identifican esa realidad más trascendente y ven lo
que está por detrás.
Permitiendo que la
vida continúe. Poniendo orden en el caos del universo. Algo que los seres
humanos respeten y valoren. A esto las religiones le han dado como nombre
“Dios”. En todo caso sin esa espiritualidad el ser humano siente un vacío
enorme. Y una advertencia: es bueno que las culturas desarrollen todo eso. No
hay que dejar que la espiritualidad sea el monopolio de las religiones, sino un
dato antropológico.
LA COOPERACIÓN
“PIEL A PIEL”
E: Volviendo al plano de la cooperación. Hablaba anteriormente de la
importancia del contacto “piel a piel” para la construcción de una nueva
cultura planetaria. Hay una tendencia en el Norte de subestimar la cooperación
que promueve el intercambio entre personas. Lo que más es la transferencia
tecnológica y los resultados cuantitativos-mesurables.
LB: La crítica viene de un viejo modelo
de desarrollo sólo material, que busca sobre todo eficiencia, que ve las
relaciones objetivas con la naturaleza como más importante que las
transformaciones sociales. Y eso es una visión débil. Porque en verdad el
garante de la felicidad del ser humano, que unifica la familia humana, no es el
cúmulo de bienes materiales, una tecnología más desarrollada, sino el
sentimiento de felicidad, de autoestima, de reconocimiento, de respeto, de amor
entre personas y pueblos. Eso no está en el banco ni en la bolsa de valores
sino en el corazón humano. Hay una lucha entre dos paradigmas que también toca
la cooperación. El viejo, es materialista, calculista, eficientista. En
realidad necesitamos tecnología, ciencia, producción. No queremos ser obtusos
en nuestros pensamientos. Pero queremos un modelo donde la ciencia pueda
integrar la poesía, donde la producción se integre con la celebración y la
fiesta. Una combinación compleja que hace la plenitud del ser humano.
E: Otra tendencia de la cooperación no logra trascender la relación marco
Norte-Sur. No entiende que hay un verdadero potencial en el intercambio Sur-Sur
y que hay nuevos espacios, como el de las redes mundiales, el de los foros
sociales, que potencian significativamente una forma futura de cooperación
diferente...
LB: Es contradictorio para esa tendencia
aceptar nuestra cosmovisión porque es anti-sistémica. Y esas categorías tan
válidas como la del intercambio, enriquecimiento intercultural mutuo etc. no
caben en el universo mental de los que defienden números, cuentas,
rentabilidad. Es esencial construir una plataforma común, humana, basada en el
diálogo. Lo que puede facilitar el diálogo del gran gerente de una
transnacional helvética y una persona de la base en un país latinoamericano no
es la racionalidad, sino la razón sensible, la inteligencia emocional. Dado que
el mundo está globalizado hay que generalizar el aparato de conversación. Todo
el mundo conversando, intercambiando. Y sobre esa base, acentuar los puntos
comunes, las convergencias en la diversidad. La concepción que no prioriza este
intercambio interpersonal, muchas veces termina apostando a la violencia como
vector de imposición, sea militar, ideológica, informativa etc.
Una reflexión final…
LB: Compartir con ustedes un
convencimiento que creo que es mutuo. En mi caso, luego de tantos años de
luchas, muchas de ellas perdidas porque el sistema nos venció más de una vez,
rescato dos elementos importantes. Uno, que a pesar de todo, hemos seguido,
perseveramos, continuamos, sin conceder nada. La otra, que nos consideramos
semilla. Ya eso es importante. Para que juntos con otros la convirtamos en
árbol grande...
Muy buenooo!!!!
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