“Una de las más profundas entregas que una persona hace a favor de otra, es la entrega de confianza... Cuanta mayor confianza de deposita en alguien esa persona crece gracias a ella y tiene la posibilidad de destacarse, pero siempre gracias a ella...
Aquél al que otros le manifiestan su voluntad de reconocerlo por medio de la entrega de su confianza, tiene dos posibilidades: aceptar ser su responsable depositario y responder a ella, o no hacerlo y en su caso debe ayudar a los otros buscar a quien tiene las condiciones para ello...
Al aceptar la confianza el depositario gana en notoriedad y tiene la posibilidad de ganar autoridad en su arte, pero asume la hermosa responsabilidad que implica la confianza: la reciprocidad, la vuelta a las raíces que no es más que volver siempre a aquellos que confiaron para compartir su crecimiento. Ello no es más ni menos que un acto de devolución de confianza en aquellos a quienes se la debe, y así el ciclo colectivo se perfecciona y se generan condiciones de crecimiento para todos... un depositario no debe caer en la trampa de sentirse poderoso, ni ser soberbio y subestimar a los otros, es magnánimo y humilde, pero férreo en su conducta y principios...
No responder a esa misión de confianza recíproca es una torpeza que lastima y enturbia el cristal transparente de esa entrega hasta quebrarlo, y si ello sucede es por su propia culpa, pues no habrá hecho lo necesario para que todos crezcan con su experiencia y su arte, y se convertirá en líder de una parodia, y una parodia de lo que un líder debe ser...”
Aquél al que otros le manifiestan su voluntad de reconocerlo por medio de la entrega de su confianza, tiene dos posibilidades: aceptar ser su responsable depositario y responder a ella, o no hacerlo y en su caso debe ayudar a los otros buscar a quien tiene las condiciones para ello...
Al aceptar la confianza el depositario gana en notoriedad y tiene la posibilidad de ganar autoridad en su arte, pero asume la hermosa responsabilidad que implica la confianza: la reciprocidad, la vuelta a las raíces que no es más que volver siempre a aquellos que confiaron para compartir su crecimiento. Ello no es más ni menos que un acto de devolución de confianza en aquellos a quienes se la debe, y así el ciclo colectivo se perfecciona y se generan condiciones de crecimiento para todos... un depositario no debe caer en la trampa de sentirse poderoso, ni ser soberbio y subestimar a los otros, es magnánimo y humilde, pero férreo en su conducta y principios...
No responder a esa misión de confianza recíproca es una torpeza que lastima y enturbia el cristal transparente de esa entrega hasta quebrarlo, y si ello sucede es por su propia culpa, pues no habrá hecho lo necesario para que todos crezcan con su experiencia y su arte, y se convertirá en líder de una parodia, y una parodia de lo que un líder debe ser...”
C.San
(*) se permite la reproducción total o parcial siempre que se cite la fuente y al autor, pues esta publicación integra otra mayor con Registro de Propiedad Intelecual en trámite.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, si has de dejar un comentario, indica tu nombre y tu correo electrónico, la idea de ello es que quienes lean tu comentario puedan intercambiar opiniones. Gracias