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lunes, 30 de mayo de 2011

"La Libertad" (*)


…Y un orador dijo:

- Háblanos de la Libertad.

Y él respondió:

- A las puertas de la ciudad y a la lumbre de vuestro hogar yo os he visto postraros y adorar vuestra propia libertad. Así como los esclavos se humillan ante un tirano y lo alaban aun cuando los mata. ¡Ay! En el jardín del templo y a la sombra de la ciudadela he visto a los más libres de vosotros usar su libertad como un yugo y un dogal.

Y mi corazón sangró en mi pecho porque sólo podéis ser libres cuando aún el deseo de perseguir la libertad sea un arnés para vosotros y cuando dejéis de hablar de la libertad como una meta y una realización.

Seréis, en verdad, libres, no cuando vuestros días estén libres de cuidado ni vuestras noches de necesidad y pena. Sino, más bien, cuando esas cosas rodeen vuestra vida y, sin embargo, os elevéis sobre ellas desnudos y sin ataduras.

Y, ¿cómo os elevaréis más allá de vuestros días y vuestras noches a menos que rompáis las cadenas que, en el amanecer de vuestro entendimiento, atasteis alrededor de vuestro mediodía?

En verdad, eso que llamáis libertad es la más fuerte de esas cadenas, a pesar de que sus eslabones brillen al sol y deslumbren vuestros ojos.

¿Y qué sino fragmentos de vuestro propio yo desecharéis para poder ser libres?

Si es una ley injusta la que deseáis abolir, esa ley fue escrita con vuestra propia mano sobre vuestra propia frente.

No podéis borrarla quemando vuestros Códigos ni lavando la frente de vuestros jueces, aunque vaciéis el mar sobre ella.

Y, si es un déspota el que queréis destronar, ved primero que su trono, erigido dentro de vosotros, sea destruido. Porque, ¿cómo puede un tirano mandar a los libres y a los dignos sino a través de una tiranía en su propia libertad y una vergüenza en su propio orgullo?

Y si es una pena lo que queréis desechar, esa pena fue escogida por vosotros más que impuesta a vosotros.

Y si es un miedo el que queréis disipar, la sede de ese miedo está en vuestro corazón y no en la mano del ser temido. En verdad, todas las cosas se mueven en vosotros, como luces y sombras apareadas.

Y, cuando la sombra se desvanece y no existe más, la luz que queda se convierte en sombra en otra luz.

Y, así, vuestra libertad, cuando pierde sus grillos, se convierte ella misma en el grillo de una libertad mayor”.

(*) fragmento de: “El Profeta”, de Khalil Gibrán -

jueves, 25 de febrero de 2010

VISIÓN...

Cuando llegó la Noche y el Sueño desplegó su manto sobre la faz de la Tierra, abandoné mi lecho y caminé hacia el mar diciendo: "El mar nunca duerme, y en su vigilia hay consuelo para el alma despierta."

Cuando llegué a la playa, la bruma de las montañas había cubierto la región como un velo que adorna el rostro de una joven. Miré las múltiples olas y escuché la plegaria de Dios; medité entonces sobre el poder eterno que ellas encierran, ese poder que se despliega con la tempestad, crece con el volcán, sonríe a través de los labios de las rosas y canta con los arroyos.

Entonces, sentados en una roca, vi tres espectros. Avancé a los tumbos, como si algún poder me empujara contra mi voluntad.

Me detuve a pocos pasos de ellos, como dominado aún por una fuerza mágica. Uno de los espectros se levantó en ese momento y, con una voz que parecía surgir del fondo del mar, dijo:

-La vida sin Amor es como un árbol sin flores ni frutos. Y el Amor sin Belleza es como una flor sin perfume o un fruto sin semilla... La Vida, el Amor y la Belleza son tres personas en una, que no pueden separarse ni cambiar.

Un segundo espectro, con voz, rugiente como agua torren­tosa, dijo:

-La Vida sin Rebelión es como las estaciones sin prima­vera. Y la Rebelión sin justicia es como la primavera en un desierto árido... Vida, Rebelión y Justicia son una sola y no pueden cambiarse ni separarse.

El tercer espectro habló entonces con voz sonora como el resonar del trueno:

- La Vida sin Libertad es como un cuerpo sin alma, y la Libertad sin Reflexionar es como un espíritu confuso... Vida, Libertad y Reflexión son una sola y eterna y no pasan.

Luego los tres espectros se levantaron y con voz tremenda dijeron:

"Lo que engendra el Amor

Lo que crea la Rebelión,

Lo que exalta la Libertad

Son tres manifestaciones de Dios

Y Dios es la expresión

De la inteligencia del Universo…"

El susurro de alas invisibles y el temblor de cuerpos etéreos se mezcló entonces con el Silencio que prevaleció y se enseñoreó.

Cerré mis ojos y escuché el eco de lo que acababa de oír; cuando volví a abrirlos sólo vi el mar envuelto en niebla. Me acerqué a la roca en la que se habían sentado los tres espec­tros y encontré solamente un hilo de humo de incienso que trepaba hacia el cielo…

Khalil Gibrán.

viernes, 29 de enero de 2010

17. LA JUVENTUD Y LA ESPERANZA

(de La voz del Maestro, Khalil Gibrán)

La juventud pasó junto a mí, y yo la seguí hasta una campiña lejana. Allí se detuvo y clavó los ojos en las nubes que se cernían sobre el horizonte como un rebaño de blancos corderos. Después miró a los árboles, cuyas ramas desnudas señalaban el cielo, como si pidiesen a la Altura que les devolviese su follaje.

Y yo le dije:
—¿Dónde estamos, juventud?

A lo que replicó:
—Estamos en la campiña de la Perplejidad. Observa.

Y yo le dije:
—Volvámonos inmediatamente, porque este paraje tan desolado me da miedo, y la vista de las nubes y de los árboles desnudos entristece mi corazón.

A lo que replicó:
—Ten paciencia. La Perplejidad es el principio de la sabiduría.

Entonces miré en torno a mí y divisé una forma que se aproximaba graciosamente a nosotros, y pregunté:
—¿Quién es esta mujer?

Y la juventud replicó:
—Es Melpómene, hija de Zeus y Musa de la Tragedia.

—Oh, juventud feliz —exclamé—, ¿qué quiere de mí la Tragedia, estando tú a mi lado?

Y me respondió:
—Ha venido a enseñarte la Tierra y sus pesadumbres; porque el que no ha contemplado el Dolor jamás verá la Alegría.

Entonces el espíritu me puso una mano sobre los ojos. Cuando la retiró, la juventud había desaparecido, y yo me encontraba solo; despojado de mis vestiduras terrenas y exclamé acongojado:

—Hija de Zeus, ¿dónde está la juventud?

Pero Melpómene no me contestó, sino que me colocó bajo sus alas y me transportó a la cima de una altísima montaña. Allá abajo veía la tierra y cuanto hay en ella, extendida como las páginas de un libro, sobre el cual se hubiesen grabado los secretos del universo. Me quedé atónito junto a la doncella, cavilando sobre el misterio del Hombre y afanándome por descifrar los símbolos de la Vida.

Y contemplé seres medrosos: los Ángeles de la Felicidad peleaban con los Diablos de la Miseria, y entre ellos se erguía el Hombre, unas veces arrastrado por la Esperanza, y otras por la Desesperación.

Vi cómo jugaban el Amor y el Odio con el corazón humano; el Amor, ocultándole su culpa y adormeciéndole con el vino de la sumisión, de la loa y de la adulación; en tanto que el Odio lo provocaba, sellaba sus oídos y cegaba sus ojos a la Verdad.

Y observé que la ciudad andaba a gatas, como un niño de sus suburbios, y que se agarraba al vestido del hijo de Adán. Y allá, a lo lejos, divisé las lozanas campiñas que sollozaban por la tribulación del Hombre.

Vi sacerdotes echando espumarajos como raposas taimadas; y falsos mesías que conspiraban y maquinaban contra la felicidad del Hombre.

Y fui testigo de cómo el Hombre pedía auxilio a la Sabiduría para que lo liberase; pero la Sabiduría no quiso escuchar sus gritos, porque la había desairado cuando ella le habló en las calles de la ciudad.

Y observé cómo los predicadores levantaban su vista hacia los cielos en gesto de adoración, mientras sus corazones se enfangaban en las ciénagas de la Codicia.

Y vi a un joven que trataba de conquistar el corazón de una doncella con sus palabras seductoras; pero sus verdaderos sentimientos estaban adormecidos, y su divinidad se encontraba muy lejos.

Advertí que los legisladores charlaban como tontos, perdiendo el tiempo y vendiendo sus mercancías en los mercados del Engaño y la Hipocresía.

Divisé a los médicos, que jugaban con las almas de los ingenuos y de corazón sencillo.

Vi que los ignorantes estaban sentados junto a los sabios, elevando su pasado al trono de la gloria, adornando su presente con los delicados mantos de la abundancia y preparando un diván suntuoso para el futuro.

Observé cómo los pobres, desamparados arrojaban la semilla, y cómo se apoderaban los fuertes de la cosecha; en tanto que la opresión, mal llamada Ley, hacía centinela a lo que estaba aconteciendo.

Vi a los ladrones de la Ignorancia saqueando los tesoros del Saber, en tanto que los custodios de la Luz se hundían en el sueño profundo de la inacción.

Y descubrí a dos amantes; pero la mujer era como un laúd en manos de un hombre que no sabe tañerlo, sino que sólo entiende de ásperas estridencias.

Y divisé a las fuerzas del Saber sitiando la ciudad del Privilegio Heredado; pero eran escasos en número y no tardaron en ser dispersados.

Y vi a la Libertad caminando a solas, llamando a las puertas de las casas e implorando un albergue; pero nadie hacía caso de sus palabras suplicantes.
Después contemplé el espectáculo de la Prodigalidad avanzando a pasos arrogantes en todo su esplendor ante la multitud, que la aclamaba como si fuese la Libertad.

Y vi a la Religión sepultada en libros, y a la Duda ocupando su lugar.

Y presencié cómo el hombre se ataviaba con el ropaje de la Paciencia, como manto para ocultar su Cobardía, y noté que llamaba Tolerancia a la Pereza, y Cortesía al Miedo.

Y observé cómo el intruso se sentaba a la sabia mesa del Conocimiento, barbotando groserías, en tanto que los invitados guardaban silencio.

Y vi que el oro llenaba las manos de los despilfarradores, que lo empleaban para obrar el mal y llevar a cabo sus perversidades; y vi también el oro en manos de los miserables, como carnaza del odio. Pero, en cambio, no vi oro alguno en manos de los sabios.

Cuando contemplaba estos tristes espectáculos, exhalé un gemido de dolor, y dije:
—Oh, Hija de Zeus, ¿pero es ésta la Tierra? ¿Es este el Hombre?

Y ella me contestó con voz suave y angustiada:
—Lo que estás viendo es el camino del Alba, pavimentado con piedras de aristas cortantes y alfombrado de espinas. Esto no es más que la sombra del Hombre. Esto es la Noche. ¡Pero espera! ¡La mañana no tardará en llegar!

Entonces me puso sobre los ojos su mano delicada, y cuando la retiró, he aquí que junto a mí caminaba a pasos lentos la juventud y, por delante de nosotros, marcando el camino, marchaba la Esperanza.

viernes, 6 de noviembre de 2009

MI ALMA ME HABLÓ (Khalil Gibrán)

"Mi alma me habló y me enseñó a amar lo que el pueblo aborrece y a proteger lo que denigra.

Mi alma me mostró que el amor se enorgullece no sólo del ser que ama sino también del amado.
Antes de que mi alma me hablara, en mi corazón el amor era como una delgada cuerda ajustada entre dos clavijas.
Pero ahora el amor se ha transformado en un halo cuyo comienzo es su final y cuyo final es su comienzo. Rodea a todos los seres y se difunde lentamente hasta abrazar todo lo que existe.

Mi alma me advirtió y me hizo percibir la belleza oculta de la piel, la forma y el matiz. Me enseñó a meditar sobre lo que la gente llama feo hasta que aparece su verdadero encan­to y deleite.
Antes de que mi alma me aconsejara, para mí la belleza era una antorcha temblorosa entre columnas de humo. Ahora que se desvaneció el humo no veo sino la llama.

Mí alma me habló y me hizo oír voces que no pronuncian la lengua, la laringe ni los labios.Antes de que mi alma me hablara yo no oía más que gritos y gemidos.
Pero ahora, ansiosamente, puedo oír el silencio y escucho sus coros cantando los himnos de los tiempos y los cánticos del firmamento, que anuncian los secretos de lo oculto.

Mi alma me habló y me enseñó a beber el vino que no procede de lagares ni puede escanciarse de copas que puedan levantar las manos ni tocar los labios.
Antes de que mi alma me hablara, mi sed era como una chispa confusa escondida bajo las cenizas que pueda apagar un sorbo de agua.

Mi alma me habló y me enseñó a tocar lo que aún no se ha encarnado; ella reveló que todo lo que tocamos es parte de nuestro deseo.
Pero ahora mis dedos se transformaron en bruma que penetra en lo que se ve del universo y se confunde con lo invisible.

Mi alma me enseñó a aspirar el perfume que no emiten el mirto ni el incienso.
Antes de que mi alma me hablara yo deseaba aspirar la fragancia del perfume en los jardines, en los frascos o en los incensarios.
Pero ahora puedo gustar del incienso que no se quema como ofrenda en sacrificio. Y lleno mi corazón con una fra­gancia que ninguna brisa condujo a través del espacio.

Mi alma me habló y me enseñó a decir "Estoy listo" cuando lo desconocido y el peligro me llaman.
Antes de que mi alma me hablara yo no respondía a ninguna voz, salvo a la del pregonero que conocía, y sólo caminaba por el sendero cómodo y fácil.
Ahora lo desconocido es un corcel que puedo montar para conocerlo, y la llanura se volvió escalera y por sus peldaños trepó a la cima.

Mi alma me habló y me dijo: "No midas el tiempo dicien­do: Hubo un ayer y habrá un mañana."
Antes de que mi alma me hablara creía que el pasado era una época que nunca volvería y que el futuro nunca podía ser alcanzado.
Ahora me doy cuenta de que el presente contiene a todo tiempo y que en el se encuentra todo lo que puede esperar­se, todo lo realizado y todo lo cumplido.

Mi alma me habló exhortándome a no limitar el espacio diciendo: "Aquí, allí, allá."
Antes de que mi alma me hablara yo sentía que por cualquier parte que caminaba estaba lejos de todo otro espa­cio.
Ahora comprendo que en cualquier lugar que esté se encuentran todos los lugares y que la distancia que camino abarca todas las distancias.

Mi alma me enseñó a estar despierto mientras otros duermen y a entregarme al sueño cuando otros están en movi­miento.
Antes de que mi alma me hablara yo no distinguía sus sueños al dormirse ni ellos advertían mis fantasías.
Ahora yo nunca zarpo en el buque de mis sueños a menos que ellos me vigilen, y ellos nunca se remontan por el cielo de sus fantasías a menos que yo las comparta en su libertad.

Mi alma me habló y dijo: "No te alegres con el elogio y no te angusties con el reproche."
Antes de que mi alma me aconsejara yo dudaba del méri­to de mi trabajo.
Ahora me doy cuenta de que los árboles florecen en primavera y dan sus frutos en verano sin esperar elogio, y dejan caer sus hojas en otoño y quedan desnudos en invierno sin temor al reproche.

Mi alma me habló y me hizo ver que no soy más que el enano ni menos que el gigante.
Antes de que mi alma me hablara yo veía a la humanidad dividida en dos clases de hombres: una débil, de la que me compadecía, y una fuerte, a la que seguía o resistía desa­fiante.
Pero ahora aprendí que soy como ambos y estoy hecho de los mismos elementos. Mi origen es su origen, mi con­ciencia es su conciencia, mi pretensión su pretensión y mi peregrinaje su peregrinaje.

Mi alma me habló y me dijo: la linterna que llevas no es tuya y la canción que cantas no fue compuesta en lo profun­do de tu corazón, porque aunque sostengas la luz no eres la luz, y aunque seas un laúd con las cuerdas tensas no eres el ejecutante.

Mi alma me habló, hermana, y me enseñó muchas cosas.

Y tu alma también te ha hablado y también te ha enseñado. Porque tú y yo somos uno y no hay diferencia entre noso­tros, salvo que yo haya proclamado lo que hay en mi ser íntimo, mientras tú lo guardas como un secreto de tu inti­midad. Pero en tu reserva hay una especie de virtud."

lunes, 31 de agosto de 2009

"VUESTRO PENSAMIENTO Y EL MÍO" - de Khalil Gibrán

"Vuestro pensamiento es un árbol profundamente arrai­gado en el suelo de la tradición y cuyas ramas crecen por el poder de la continuidad.
Mi pensamiento es una nube vagando en el espacio. Se convierte en gotas que, al caer, forman un arroyuelo que canta en su camino hacia el mar. Luego se eleva hacia el cielo hecho vapor.

Vuestro pensamiento es una fortaleza que ni el rayo ni el vendaval pueden sacudir.
Mi pensamiento es una tierna hoja que se mece en todas direcciones, y que se deleita meciéndose.

Vuestro pensamiento es un antiguo dogma que no puede cambiarte, y al que tú tampoco puedes cambiar.
Mi pensamiento es nuevo y me pone a prueba, y yo a él, día y noche.

Vosotros tenéis vuestro pensamiento, y yo el mío.

Vuestro pensamiento os permite creer en la desigual batalla del fuerte contra el débil, y en los ardides que los astutos emplean contra los ingenuos.
Mi pensamiento crea en mí el deseo de trabajar la tierra con mi azada, y de cosechar con mi guadaña los granos, y de construir mi casa con piedra y argamasa, y de hilar mi ropa con hebras de lino y lana.

Vuestro pensamiento os insta a casaros con la riqueza y la fama.
El mío recomienda la seguridad en sí mismo.

Vuestro pensamiento aboga por fama y ostentación.
El mío me aconseja y me implora dejar de lado la noto­riedad y tratarla como un grano de arena arrojado sobre la costa de la Eternidad.

Vuestro pensamiento infunde la arrogancia y la superio­ridad en vuestros corazones.
El mío siembra dentro de mí el amor a la paz y el deseo de independencia.

Vuestro pensamiento engendra sueños de palacios con moblaje de sándalo con incrustaciones de joyas, y lechos de hebras de seda entrelazada.
Mi pensamiento me habla suavemente al oído: "Sé limpio de cuerpo y espíritu, aunque no tengas dónde apoyar la cabeza."

Vuestro pensamiento os hace aspirar a títulos y cargos.
El mío me exhorta a servir con humildad.

Vosotros tenéis vuestro pensamiento y yo el mío.

Vuestro pensamiento es la ciencia social, un diccionario de religión y política.
El mío es un simple axioma.

Vuestro pensamiento habla de la mujer hermosa, de la fea, la virtuosa, la prostituta, la inteligente y la tonta.

El mío ve en todas las mujeres a la madre, la hermana o la hija de un hombre.

El tema de vuestros pensamientos son los ladrones, los criminales y los asesinos.
El mío declara que los ladrones son los hijos del mono­polio; los criminales, la progenie de los tiranos; y los asesi­nos, consanguíneos del asesinado.

Vuestro pensamiento describe leyes, cortes, jueces, castigos.
El mío explica que cuando el hombre crea una ley, la viola o la obedece. Si existe una ley básica, somos todos iguales ante ella. Aquel que desdeña al mezquino es mezquino también. Aquel que se jacta de menospreciar al pecador, se jacta de desdeñar a la humanidad toda.

Vuestro pensamiento concierne a los expertos, los artis­tas, los intelectuales, los filósofos, los sacerdotes.

El mío habla del amante y el afectuoso, del sincero, el honesto, el recto, el amable y el mártir.

Vuestro pensamiento propugna el judaísmo, el brahma­nismo, el budismo, el cristianismo, el islamismo.

En mi pensamiento sólo existe una religión universal cuyas variadas- sendas no son sino los dedos de la amante mano del Ser Supremo.

En vuestro pensamiento existen los ricos, los pobres, y los empobrecidos.
Mi pensamiento sostiene que no existe otra riqueza que la vida; que todos somos mendigos y que no existe benefactor alguno, salvo la vida misma.

Vosotros tenéis vuestro pensamiento y yo tengo el mío.
De acuerdo con vuestro pensamiento, la grandeza de las naciones radica en la política; los partidos, las conferencias, las alianzas y tratados.
Pero el mío proclama que la importancia de las naciones radica en el trabajo: el trabajo en el campo, el trabajo en los viñedos, el trabajo en el telar, el trabajo en la curtiembre, el trabajo en la cantera, el trabajo en el aserradero, el trabajo en la oficina y en la imprenta.

Vuestro pensamiento sostiene que la gloria de las nacio­nes son sus héroes. Entona alabanzas a Ramsés, Alejandro, César, Aníbal y Napoleón.
Pero el mío alega que los verdaderos héroes son Confucio, Lao-Tsé, Sócrates, Platón, Abi-Taleb, Al Gazali, Jalal Ud-Din Rumi, Copérnico y Pasteur.

Vuestro pensamiento ve la fuerza en los ejércitos, los cañones, los buques de guerra, los submarinos, los aviones y el gas tóxico.
Pero el mío afirma que la fuerza radica en la razón, la determinación y la verdad. No importa cuánto tiempo resista un tirano, será, finalmente, el perdedor.

Vosotros tenéis vuetro pensamiento y yo tengo el mio... "

(fragmento)

Khalil Gibrán, poeta, pintor, novelista y ensayista libanés, nacido el 6 de enero de 1883, fallecido el 10 abril 1931.