martes, 24 de agosto de 2010

"...En cuanto a la crueldad..." (*)

La crueldad intencionada consiste en causar, de propósito, dolor a otros seres vivientes, y éste es el pecado más grave de todos: obra de diablo más bien que de hombre. Diréis que ningún hom­bre puede hacer una cosa semejante; pero preci­samente los hombres la han hecho muy a menu­do y aún la están haciendo cada día. Los inquisi­dores la practicaron, y también muchas gentes religiosas en nombre de su religión; los vivisectores, así como habitualmente algunos maestros de escuela. Todas estas personas tratan de ex­cusar su brutalidad con la costumbre; pero un crimen no deja de serlo porque muchos hombres lo cometan. Karma no tiene en cuenta las cos­tumbres; y el karma de la crueldad es el más terrible. En la India, al menos, no puede haber excusa para tales costumbres, porque todos co­nocen el deber de no acusar mal a nadie. El des­tino de los crueles cae también sobre aquellos que se dedican intencionadamente a matar a las criaturas de Dios, y llaman a esto deporte.
Ya sé que tales cosas no las efectuáis vosotros, y por amor de Dios hablaréis claramente contra ellas cuando la oportunidad se os presente. Pero también hay crueldad en las palabras como en los actos, y una persona que diga una palabra con intención de herir a otra es culpable de este crimen. Esto tampoco lo haréis vosotros; pero algunas veces una palabra dicha al descuido ha­ce tanto daño como una maliciosa. Así pues, de­béis estar siempre en guardia contra la crueldad no intencionada.
En general, ello procede de la irreflexión. Hay hombres tan poseídos de la ambición y de la ava­ricia, que ni siquiera se dan cuenta del sufri­miento que causan a los demás pagándoles poco, o haciendo pasar hambre a su mujer e hijos Otros, pensando tan sólo en su codicia, se preocupan poco de los cuerpos y de las almas, a quie­nes arruinan por satisfacerla. Para librarse de unos cuantos minutos de molestia, un hombre deja de pagar a sus obreros el día que les corres­ponde, sin acordarse de las dificultades que este hecho les reporta. ¡Tanto sufrimiento se causa por descuido, por olvidar cómo una acción ha de afectar a los demás!...
-------------------------------------
(*) Fragmento extraido de "A los pies del Maestro", J. Krishnamurti
(NOTA: las publicaciones tienen el sólo objeto informativo y educativo sin fines de lucro)