jueves, 29 de diciembre de 2011

GRACIAS y BUEN COMIENZO...


Como siempre en estas fechas, vienen los balances y las reflexiones de fin de etapa para poder empezar una nueva con energías renovadas y aprovechando las enseñanzas que da la experiencia.
Por eso es mi deseo que de todo lo que vivieron este año que se termina, puedan sacar alguna enseñanza, por más pequeña que esta sea, y que esas enseñanzas sirvan para que la Paz, el Amor, el Honor, la Sinceridad, la Dignidad y el Respeto, dejen de ser sólo palabras bonitas y emocionantes para que se conviertan en cualidades que crezcan en nuestro interior y que sean las variables que iluminen y fundamenten las intenciones de todas nuestras acciones en el mundo que nos rodea, en la idea de poder construir Humanidad como cualidad, la que debe crecer en cada uno si queremos hacer de este mundo un lugar mejor donde la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad como conjunto indisoluble, sea haga realidad.

Gracias Por Estar y Compartir…

¡Felicidades!
y que tengan un Muy Buen 2012
Carlos A. "Charly" Riego

viernes, 9 de diciembre de 2011

"El Milésimo Hombre" (Rudyard Kipling)


Un hombre hay entre mil, Salomón dice,
que os será más amigo que un hermano.
¡Vale la pena que se gaste el tiempo
en el tenaz empeño de encontrarlo!

Entre mil hombres, todos menos uno
te verán cual el mundo te ha juzgado
mas uno entre los mil será tu amigo
aunque tengas al mundo por contrario.

Por mucho que ofrecieres o impetrares,
da por seguro que te habrán juzgado,
de entre mil hombres, todos menos uno
por tu porte, tus glorias o tus actos

Mas si encuentras al que ha de ser tu amigo,
así el mundo se os vuelva contra ambos,
es uno entre los mil en cualquier agua
contigo se irá al fondo o será salvo.

Podrás usar su bolsa sin vergüenza
y él la tuya usará para sus gastos,
y lo mencionareis sin que nunca
habléis de devolveros lo prestado.

Entre mil hombres todos menos uno
sólo con plata y oro hacen sus tratos,
mas uno entre los mil su confianza
te da, y tú afecto que es metal más caro.

La razón que tú tienes es la suya
el agravio que tienes es su agravio
y serás ante todo por tu amigo,
con justicia o sin ella, respaldado

Entre mil hombres, todos menos uno
dejárante en la afrenta o el sarcasmo
mas uno entre los mil irá contigo
hasta el pié, y mas allá, de tu cadalso.

(Rudyard Kipling traducido por Borges)

viernes, 2 de diciembre de 2011

"Sé Todos los Cuentos "


Yo no se muchas cosas, es verdad
Digo tan solo lo que he visto
Y he visto que la cuna del hombre la mesen con
cuentos
Que los gritos de angustia del hombre , los
ahogan con cuentos
Que el llanto del hombre , los taponan con
cuentos
Que los huesos del hombre, los entierran con
cuentos.
Y que el miedo del hombre, ha inventado todos los
cuentos.
Yo se muy pocas cosas es verdad
Pero me han dormido con todos los cuentos
Y sé todos los cuentos.

Me durmieron con un cuento
Y me he despertado con un sueño
Soñé, sueño , no soy un cuento
Vengo de muy lejos
Soy y vengo del sueño
Y digo que soñar es ,
Querer, querer, querer,
Querer escaparse del espejo
Querer desenredarse del ovillo
Querer descoyuntarse de la dulce rosquilla de los
cuentos
Querer desenvolverse
Prolongarse…
                         (De: Parabola y Poesia. - LeonFelipe).

jueves, 17 de noviembre de 2011

Espiritu y Subjetividad Democrática (*)

... La concepción sustantiva de la democracia en Grecia se puede percibir claramente en la masa global de las obras y de la "polis" en general y esa concepción fue explícitamente formulada, con una profundidad y una intensidad sin igual en el mayor monumento del pensamiento político que me haya sido dado leer, en la "Oración Fúnebre" de Pericles.

... En la Oración Fúnebre, Pericles describe las costumbres y modos de proceder de los atenienses y presenta una frase, una definición de lo que es en realidad el "objeto" de esa vida ateniense. 

El pasaje en cuestión es el famoso "Philokaloumen gar met`eutéléias kai philosophoumen aneu malakias"En "La Crise de la Culture", Hannah Arendt ofrece un comentario rico y penetrante. Pero en su texto no consigo encontrar lo que para mí es el punto más importante.

Las palabras de Pericles desafían la traducción en una lengua moderna. Literalmente, se pueden traducir los dos verbos por "nosotros amamos la belleza... y nosotros amamos la sabiduría...", pero, como lo comprendió bien Hannah Arendt, esto sería perder de vista lo esencial. Los verbos no permiten la separación del sujeto (nosotros) y de un "objeto" (la belleza y la sabiduría) exterior a ese sujeto "nosotros". No son verbos transitivos y ni siquiera son simplemente activos; son al mismo tiempo "verbos de estado"; como el verbo "vivir", designan una "actividad" que al mismo tiempo es una manera de ser o más bien la manera en virtud de la cual el sujeto del verbo "es". 

Pericles no dice "nosotros amamos las cosas bellas y las conservamos en los museos, nosotros amamos la sabiduría y pagamos a profesores y compramos libros", sino que dice "vivimos en el amor de la belleza y de la sabiduría y en la actividad que suscita este amor; vivimos por la belleza y la sabiduría, con ellas y a través de ellas, pero lo hacemos evitando las extravagancias y la molicie". Y por eso Pericles estima que tiene el derecho de considerar a Atenas la "paideusia" - educación y educadora - de Grecia.

En su "Oración Fúnebre", Pericles muestra implícitamente la futilidad de los falsos dilemas que envenenan la filosofía política moderna y en general la mentalidad moderna: el "individuo" contra la "sociedad", "sociedad civil" contra el "estado". Para Pericles el objeto de la institución de la polis es la creación de un ser humano, el ciudadano ateniense, que existe y que vive en la unidad y por la unidad de estos tres elementos: 

- el amor y la práctica de la belleza, 

- el amor y la práctica de la sabiduría, y 

- la responsabilidad del bien público, de la colectividad, de la polis.

Y estos tres elementos no pueden separarse: la belleza y la sabiduría tales como las amaban y las experimentaban los atenienses, sólo podían existir en Atenas. El ciudadano ateniense no es un "filósofo privado", ni un "artista privado", es un ciudadano para quien el arte y la filosofía han llegao a ser modos de vida. Esa es, según creo, la verdadera respuesta, la respuesta concreta de la antigua democracia a la pregunta relativa al "objeto" de la institución política.

Cuando digo que los griegos son para nosotros un germen, quiero decir en primer lugar que los griegos nunca dejaron de reflexionar sobre la cuestión de saber qué debe realizar la institución de la sociedad; y, en segundo lugar, quiero decir que, en el caso paradigmático de Atenas, los griegos aportaron esta respuesta: "la creación de seres humanos que viven con la belleza, que viven con la sabidruía y que aman el bien común".

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(*) el título de la entrada es propio. El texto es un fragmento de una conferencia dada por Cornelius Castoriadis en NY en 1982, donde entre otras cosas, analiza la Oración Fúnebre de Pericles y su profundo sentido sobre el sujeto democrático.

(**) el material  publicado es con fines puramente educativos y científicos.

lunes, 7 de noviembre de 2011

del DISCURSO FUNEBRE, de PERICLES (*)


(*) Fragmento del "Discurso Fúnebre" de Pericles, pronunciado el año 431 a.C. en Atenas, en las exequias de los caídos en el primer año de la guerra contra Esparta. El historiados Tulcídides, lo incorporó al relato de sus Historias (II, 35-46).
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VI

En efecto, amamos el arte y la belleza sin desmedirnos, y cultivamos el saber sin ablandarnos. La riqueza representa para nosotros la oportunidad de realizar algo, y no un motivo para hablar con soberbia; y en cuanto a la pobreza, para nadie constituye una vergüenza el reconocerla, sino el no esforzarse por evitarla. Los individuos pueden ellos mismos ocuparse simultáneamente de sus asuntos privados y de los públicos; no por el hecho de que cada uno esté entregado a lo suyo, su conocimiento de las materias políticas es insuficiente. Somos los únicos que tenemos más por inútil que por tranquila a  la persona que no participa en las tareas de la comunidad.

Somos nosotros mismos los que deliberamos y decidimos conforme a derecho sobre la cosa pública, pues no creemos que lo que perjudica a la acción sea el debate, sino precisamente el no dejarse instruir por la discusión antes de llevar a cabo lo que hay que hacer. Y esto porque también nos diferenciamos de los demás en que podemos ser muy osados y, al mismo tiempo, examinar cuidadosamente las acciones que estamos por emprender; en este aspecto, en cambio, para los otros la audacia es producto de su ignorancia, y la reflexión los vuelve temerosos. Con justicia pueden ser reputados como los de mayor fortaleza espiritual aquellos que, conociendo tanto los padecimientos como los placeres, no por ello retroceden ante los peligros.

También por nuestra liberalidad somos muy distintos de la mayoría de los hombres, ya que no es recibiendo beneficios, sino prestándolos, que nos granjeamos amigos. El que hace un beneficio establece lazos de amistad más sólidos, puesto que con sus servicios al beneficiado alimenta la deuda de gratitud de éste. El que debe favores, en cambio, es más desafecto, pues sabe que al retribuir la generosidad de que ha sido objeto, no se hará merecedor de la gratitud, sino que tan sólo estará pagando una deuda. Somos los únicos que, movidos, no por un cálculo de conveniencia, sino por nuestra fe en la liberalidad, no vacilamos en prestar nuestra ayuda a cualquiera8.

VII

Para abreviar, diré que nuestra ciudad, tomada en su conjunto, es norma para toda Grecia, y que, individualmente, un mismo hombre de los nuestros se basta para enfrentar las más diversas situaciones, y lo hace con gracia y con la mayor destreza. Y que estas palabras no son un ocasional alarde retórico, sino la verdad de los hechos, lo demuestra el poderío mismo que nuestra ciudad ha alcanzado gracias a estas cualidades. Ella, en efecto, es la única de las actuales que, puesta a prueba, supera su propia reputación; es la única cuya victoria, el agresor vencido, dada la superioridad de los causantes de su desgracia, acepta con resignación; es la única, en fin, que no les da motivo a sus súbditos para alegar que están inmerecidamente bajo su yugo.

Nuestro poderío, pues, es manifiesto para todos, y está ciertamente más que probado. No sólo somos motivo de admiración para nuestros contemporáneos, sino que lo seremos también para los que han de venir después.

No necesitamos ni a un Homero que haga nuestro panegírico, ni a ningún otro que venga a darnos momentáneamente en el gusto con sus versos, y cuyas ficciones resulten luego desbaratadas por la verdad de los hechos. Por todos los mares y por todas las tierras se ha abierto camino nuestro coraje, dejando aquí y allá, para bien o para mal, imperecederos recuerdos.

Combatiendo por tal ciudad y resistiéndose a perderla es que estos hombres entregamos notablemente sus vidas; justo es, por tanto, que cada uno de quienes les hemos sobrevivido anhele también bregar por ella.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Don Rafael del Riego: la Proclama del Alzamiento de Cabezas de San Juan, 1820.

(*) Palabras dadas en Proclama por Don Rafael del Riego en Cabezas de San Juan, el 1º de enero de 1820 en oportunidad del movimiento que encabezó llamado el "Alzamiento de Cabezas de San Juan", sublevación que llevó adelante para restablecer la Consitución Española de 1812, y que evitó el envío de las tropas veteranas a América para sofocar los movimientos independentistas.

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"Soldados, mi amor hacia vosotros es grande. Por lo mismo yo no podía consentir, como jefe vuestro, que se os alejase de vuestra patria, en unos barcos podridos, para llevaros a hacer una guerra injusta al nuevo mundo; ni que se os compiliese a abandonar vuestros padres y hermanos, denjándolos sumidos en la miseria y opresión. Vosotros debéis a aquellos la vida, y , por tanto, es de vuestra obligación y agradecimiento el prolongársela, sosteniéndolos en la ancianidad; y aún también, si fuese necesario, el sacrificar las vuestras, para romperles las cadenas que los tienen oprimidos desde el año 1814. 
Un rey absoluto, a su antojo y albedrío, les impone contribuciones y gabelas que no pueden soportar; los veja, los oprime, y por último, como colmo de sus desgracias, os arrebata a vosotros, sus caros hijos, para sacrificaros a su orgullo y ambición. Sí, a vosotros os arrebatan del paterno seno, para que en lejanos y opuestos climas vayáis a sostener una guerra inútil, que podría fácilmente terminarse con sólo reintegrar en sus derechos a la Nación Española. La Constitución, sí, la Constitución, basta para apaciguar a nuestros hermanos de América"

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"España está viviendo a merced de un poder arbitrario y absoluto, ejercido sin el menor respeto a las leyes fundamentales de la Nación. El Rey, que debe su trono a cuántos lucharon en la guerra de la Independencia, no ha jurado, sin embargo, la Constitución; la Constitución, pacto entre el Monarca y el pueblo, cimiento y encarnación de toda Nación moderna. 
La Constitución española, justa y liberal, ha sido elaborada en Cádiz entre sangre y sufrimiento. Más el Rey no la ha jurado y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles, de todos los españoles, desde el Rey al último labrador... 
Sí, sí, soldados, la Constiución. 
¡Viva la Constitución!

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jueves, 20 de octubre de 2011

Otro Domingo donde los Argentinos elegimos Presidente...(*)


Este Domingo 23 de Octubre de 2011, viviremos otro domingo donde los argentinos elegimos presidente.

Gracias a Dios, o a quien quieras, se puede votar. 

¿Sabés? en un domingo así,  puede empezar algo o puede terminar algo; puede nacer algo, o puede morir algo; puede construirse algo, o puede destruirse algo, pero "ese algo" está presente los 365 días del año, porque, ¿sabés?, la Democracia no es sólo ir a votar cada 4 años, y si cada uno asume esta verdad, entonces estoy seguro que ese "algo" va a significar algo mejor y para todos. 

La democracia no es el mejor sistema del mundo, pero es el único que permite a quienes viven en él, si se involucran cotidianamente tanto en las pequeñas cosas como en las grandes cosas públicas, poder trabajar para mejorarlo... pensalo, ese "algo" no es sólo el Domingo.

Carlos A. Riego

/ (*)Carta de Lectores enviada por el autor a varios medios periodísticos de Argentina./

jueves, 6 de octubre de 2011

Steve Jobs - Pensamiento


"Recordar que vas a morir, es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder.

Ya estás desnudo...

No hay razón, para no seguir tu corazón".

Steve Jobs.

sábado, 1 de octubre de 2011

de Heráclito de Efeso


Sabemos que la misma agua
no pasa dos veces
por el mismo cauce

Sabemos que la misma piedra
no es pulida dos veces
por la misma agua

Sabemos que cada mañana
un río nuevo amanece y al entrar
la noche se hace océano

Sabemos entonces
que de los tantos ríos que
han pasado por un mismo cauce
queda como testimonio una isla
habitando entre aguas invisibles

Testigo mudo de que esa piedra
sin moverse
ya estuvo en el mar

miércoles, 21 de septiembre de 2011

del EGOISMO en ARISTOTELES.


- breve selección de textos de Aristóteles sobre el Egoísmo-

Del egoísmo del hombre de bien:
(de: La gran moral - libro segundo, capítulo XVI)

¿El hombre virtuoso deberá amarse a sí mismo por encima de todas las cosas? En un sentido, será él mismo lo que más ame, y en otro sentido no lo será. Puede recordarse lo que acabamos de decir; a saber, que el hombre de bien cederá siempre a su amigo los bienes que sólo son útiles, y bajo este punto de vista amará a su amigo más que se ama a sí mismo. Sí, ciertamente, pero se entiende que hace estas concesiones a condición de que al ceder a su amigo los bienes vulgares, guardará para sí la belleza y la bondad. Y así en este sentido ama más a su amigo, pero en un sentido diferente el se ama sobre todo a sí mismo. Prefiere a su amigo, cuando sólo se trata de lo útil; pero se prefiere sobre todo a sí mismo, cuando se trata del bien y de lo bello, y se atribuye a sí exclusivamente estas cosas que son las más hermosas de todas. Es amigo del bien mucho más que amigo de sí mismo, y no se ama personalmente, sino porque es bueno. En cuanto al hombre malo, es puramente egoísta; no tiene motivo para amarse a sí mismo; por ejemplo, no puede amarse como una cosa buena; pero sin ninguna de estas condiciones se ama a sí mismo en tanto que él es él, y podemos decir que esto es ser un verdadero egoísta. 

Del egoísmo o amor propio:
(de Moral a Nicómaco - libro noveno, capítulo VIII)


Se ha preguntado si conviene amarse a sí mismo con preferencia a todo lo demás o si vale más amar a otro; porque ordinariamente se censura a los que se aman excesivamente a sí propios, y se les llama egoístas, como para avergonzarles por este exceso. Realmente el hombre malo sólo obra pensando en sí mismo, y cuanto más malo se hace, más se aumenta en él este vicio, y así se le echa en cara que nunca hace nada fuera de lo que interesa a su persona. El hombre de bien, por lo contrario, sólo obra para hacer el bien, y cuanto más honrado se hace, tanto más se consagra exclusivamente a hacer el bien, y tratándose de su amigo, hasta se olvida de su propio interés. 


Pero se dice que los hechos contradicen todas estas teorías sobre el egoísmo, y esto no es difícil de comprender. Se concede que debe amarse sobre todo al que es vuestro mejor amigo, siendo el mejor amigo el que quiere más sinceramente el bien de su amigo por este amigo mismo, aunque por otra parte nadie en el mundo deba saberlo. Pero estas son precisamente las condiciones que se cumplen cuando se trata de sí mismo, así como se dan igualmente bajo esta relación todas las demás condiciones, en vista de las que se define habitualmente el verdadero amigo; porque ya hemos sentado, que todo sentimiento de amistad parte ante todo del individuo para derramarse después sobre los demás. Los proverbios mismos están de acuerdo con nosotros; pudiendo citarse los siguientes: «una sola alma; –entre amigos todo es común; –la amistad es la igualdad; –la rodilla está más cerca que la pierna.» Pero todas estas expresiones manifiestan principalmente las relaciones del individuo consigo mismo. Y así, el individuo es su propio amigo más estrechamente que ninguno otro; y es a sí mismo a quien sobre todo deberá amar. 

Se pregunta, y no sin razón, cuál de estas dos diversas soluciones debe seguirse, ya que ambas nos inspiran igual confianza. 

Quizá baste distinguir estas aserciones, y hacer ver la parte de verdad, y la especie de verdad, que cada una de ellas encierra. Si explicamos lo que se entiende por egoísmo en los dos sentidos en que alternativamente se toma esta palabra, veremos con la mayor claridad esta cuestión. Por una parte, queriendo convertir este término en un vocablo de censura y de injuria, se llama egoístas a los que se atribuyen a sí mismos la mejor parte en las riquezas, en los honores, en los placeres corporales; porque el vulgo siente por todo esto la más viva ansiedad; y como se buscan con empeño estos bienes considerados como los más preciosos de todos, son extremadamente disputados. Los que se los disputan con tanto calor, sólo piensan en satisfacer sus deseos, sus pasiones, y en general la parte irracional de su alma. Así se conduce la generalidad de los hombres; y la denominación de egoístas viene de las costumbres del vulgo, que son deplorables. Con justa razón se censura en este sentido el egoísmo. 

No puede negarse que las más veces se aplica este nombre de egoístas a los que se entregan a todos estos goces groseros, y que sólo piensan en sí mismos. Pero si un hombre se propusiese seguir constantemente la justicia con más exactitud que ninguna otra cosa, practicar la sabiduría o cualquiera otra virtud en un grado superior, en una palabra, que no pretendiese reivindicar para el otra cosa que el obrar bien, sería imposible llamarle egoísta, ni censurarle. Sin embargo, este sería tenido por más egoísta que los demás, puesto que se adjudica las cosas más bellas y mejores, y goza tan sólo de la parte más elevada de su ser, obedeciendo dócilmente a sus ordenes. Así como en política la parte más importante en la ciudad parece ser el Estado mismo, y así como en todos los demás ordenes de cosas semejante parte constituye el sistema entero, lo mismo sucede con el hombre, y quien debería pasar por egoísta en primer término es el que ama dentro de sí este principio dominante y sólo trata de satisfacerle. Si se llama templado al hombre que se domina, e intemperante al que no se domina, según que la razón manda o no manda en ellos, es porque la razón aparentemente está siempre identificada con el individuo mismo. He aquí por qué los actos que parecen ser los más personales y los más voluntarios, son los que se realizan bajo la dirección de la razón. Es perfectamente claro, que este principio soberano es el que constituye esencialmente al individuo, y que el hombre de bien le ama con preferencia a todo. En este concepto podría decirse, que el hombre de bien es el más egoísta de todos los hombres; pero este egoísmo es muy distinto de aquel a que se da un nombre injurioso. Este egoísmo noble supera en tanto al egoísmo vulgar, como vivir según la razón a vivir según la pasión; y tanto como desear el bien a desear lo que parece útil. 

Así todo el mundo acoge bien y alaba a los que se proponen elevarse por encima de sus conciudadanos practicando el bien. Si todos los hombres luchasen únicamente por la virtud y dirigieren siempre sus esfuerzos a practicarla, la comunidad entera vería en conjunto todas sus necesidades satisfechas; y cada individuo en particular poseería el mayor de los bienes, puesto que la virtud es el más precioso de todos. Se llegaría a deducir esta doble consecuencia: de una parte, que el hombre de bien debe ser egoísta, porque haciendo el bien, le resultará a la vez un gran provecho personal y servirá al mismo tiempo a los demás; y de otra, que el hombre malo no es egoísta, porque sólo conseguirá perjudicarse a sí y dañar al prójimo, siguiendo sus malas pasiones. Por consiguiente, en el hombre malo hay una discordia profunda entre lo que debe hacer y lo que hace, mientras que el hombre virtuoso sólo hace lo que debe hacer; porque toda inteligencia escoge siempre lo que es mejor para ella y el hombre de bien sólo obedece a la inteligencia y a la razón. 

No es menos evidente y exacto que el hombre virtuoso hará muchas cosas en obsequio de sus amigos y de su patria, aunque al hacerlas comprometa su vida; y despreciará las riquezas, los honores, en una palabra, todos estos bienes que la multitud se disputa, reservándose sólo para sí el honor de hacer el bien. Gusta más de un goce vivo, aunque sólo dure algunos instantes, que un goce frío que dure un tiempo más largo. Quiere más vivir con gloria un solo año que vivir muchos oscuramente; prefiere una sola acción bella y grande a una multitud de actos vulgares. Esta es indudablemente la causa porque estos hombres generosos ofrecen, cuando es preciso, el sacrificio de su vida. Se reservan para sí la más bella y noble parte y hacen con gusto el sacrificio de su fortuna, si su ruina puede enriquecer a los amigos. El amigo adquiere la riqueza, y él se reserva el honor, que es un bien cien veces mayor. Con mucha más razón hará lo mismo respecto a las distinciones y al poder. El hombre de bien abandonará todo esto a su amigo; porque a sus ojos el desinterés es lo más bello y digno de alabanza. Realmente no hay engaño en considerar como virtuoso al que escoge el honor y el bien con preferencia a todo lo demás. El hombre de bien puede llegar hasta reservar a su amigo la gloria de la ejecución; y hay casos en que es más digno dejar que haga una cosa un amigo, que hacerla uno mismo. Por lo tanto, en todas las acciones dignas de alabanza el hombre virtuoso toma a su cargo siempre la parte más grande del bien; y así es, repito, como debe un hombre saber ser egoísta. Pero es preciso librarse de serlo como se entiende y lo es el hombre generalmente.

martes, 30 de agosto de 2011

Argentinidad y el berretín del sólo dos (*)

Argentina es un país maravilloso, pero el problema somos los argentinos, que no terminamos de entendernos.

De tanto en tanto nos gana “la dualidad”, ese berretín de pensar que el mundo argento sólo se divide en dos. Unitarios o federales; peronistas o antiperonistas; fachos o zurdos; oficialistas u opositores. Ese dualismo se trasladó, incluso, al comercio, como cuando viajábamos a comprar a Miami, o a Uruguayana, en Brasil, con “la tablita” de Martínez de Hoz en los 80, al grito de “déme dos”. Mientras tanto, acá teníamos centros de tortura ... y de esos tuvimos más que dos.

Pero en nuestras cabecitas locas aparece siempre la idea de que todo es “sólo dos”. Sé que algún día comprenderemos los argentos y argentas que el mundo del “sólo dos” deja afuera a muchos, porque el mundo es tan diverso como humanos habitan en él...

Ah, claro, ¿humanos dije? Eso, humanidad. Podríamos empezar a trabajar esa cualidad, digo. Como para arrancar y darnos cuenta de que podemos ser muchos más que simplemente dos, si empezamos desde uno.

Carlos A. Riego





(*) carta de lectores publicada en Diario Clarín.


Edición Impresa: Domingo 28/08/2011, pag 32.

martes, 9 de agosto de 2011

La causa de la igualdad en un mundo incierto.

de Zygmunt Bauman*
Liberadas de la rienda de la política y de las coacciones locales, la rápida globalización y la creciente economía extraterritorial producen brechas cada vez más grandes entre los ingresos de los sectores más ricos y los más pobres de la población mundial, y dentro de cada sociedad. Además, hay porciones cada vez más grandes de la población que no sólo se ven arrojadas a una vida de pobreza, miseria y destitución, sino que por añadidura se encuentran expulsadas de lo que ha sido socialmente reconocido como un trabajo útil y económicamente racional, convirtiéndose así en prescindibles en lo social y en lo económico.
Según el informe más recientes del proyecto de desarrollo de las Naciones Unidas (tal como apareció en Le monde el 10 de septiembre de 1998), mientras que el consumo global de bienes y servicios fue en 1997 el doble que en 1975 y semultiplicó seis veces desde 1950, hay mil millones de personas “que no pueden satisfacer siquiera sus necesidades elementales”. Entre los 4.500 millones de habitantes de los países (en vías de desarrollo), 3 de cada 5 no tienen acceso a infraestructuras básicas: un tercio no tiene acceso al agua potable, un cuarto no tiene viviendas que merezcan ese nombre, un quinto carece de servicios sanitarios y médicos. Uno de cada 5 niños tiene menos de 5 años de instrucción de cualquier tipo, y una proporción similar padece desnutrición parecido. En 70 u 80 delos cien países (en desarrollo) el ingreso medio per cápita de la población es actualmente inferior al de hace 10 años e incluso 30 años atrás: 120 millones de personas viven con menos de un dólar por día.
Al mismo tiempo, en los Estados Unidos, que es por lejos el país más rico del mundo y la patria de la gente más rica del mundo, el 16,5 por cien de la población vive en la pobreza; un quinto de los adultos no sabe leer ni escribir, en tanto el 13 por ciento tiene una expectativa de vida inferior a los 60 años.
Por otra parte, los hombres más ricos del globo tiene un patrimonio privado mayor que la suma de los productos nacionales de los 40 y 80 países más pobres; la fortuna de las 15 personas más ricas excede el total de producto de toda África Subsahariana. Según el informe, menos del 4% de la riqueza de las 225 personas más ricas bastaría para brindar a los pobres del mundo acceso a cuidados sanitarios y educativas elementales, así como una nutrición adecuada.
Los efectos de esta preocupante tendencia contemporánea han sido ampliamente examinados y debatidos, aunque, por razones que ya deberían entenderse perfectamente, se han tomado muy pocas medidas destinadas a contrarrestarlos, salvo algunas ad hoc, poco definidas y fragmentarias, y no se ha hecho nada por detener la tendencia. Esta reiterada historia de preocupación e inacción ha sido contada y vuelta a contar muchas veces, sin ningún beneficio visible hasta el momento. No tengo la intención de repetir la historia una vez más, sino más bien de cuestionar el encuadre cognitivo y el conjunto de valores con los que la ha evaluado; un encuadre y un conjunto que impiden la plena comprensión de la gravedad de la situación y, por lo tanto, tampoco permiten la búsqueda de alternativas factibles.
El encuadre cognitivo en que suele situarse todo debate sobre la creciente pobreza es puramente económico (en sentido de “economía” primordialmente como la suma de transacciones mediadas por el dinero): el encuadre de la distribución de la riqueza y los ingresos y de acceso a un empleo remunerado. Ocasionalmente, suele expresarse además cierta preocupación por la seguridad del orden social, aunque casi nunca —y con razón— en voz alta, ya que algunas mentes agudas podrían ver en la terrible situación de los pobres contemporáneos una amenaza tangible de rebelión. Ni el encuadre cognitivo ni la escala de valores son erróneos en sí mismo. Más precisamente, no son erróneos en lo que denotan, sino en lo que glosan en silencio y ocultan a la vista.
Uno de los hechos suprimidos es el rol que desempeñan nuevos pobres en la reproducción y la vigorización en la clase de orden global que es la causa misma de su indigencia y del “miedo ambiente” que vuelve desdichadas las vidas de todos los demás; otro es el grado en el que la auto perpetuación del orden global depende de esa indigencia y de ese miedo en el ambiente. Karl Marx en la época de emergencia del capitalismo salvaje, todavía no domesticado, todavía demasiado iletrado, como para descifrar los mensajes escritos en los muros, dijo que los trabajadores no pueden liberarse sin liberar al resto de la sociedad. Podría decirse ahora, en la época del capitalismo triunfante, que ya no presta atención a los mensajes escritos en los muros (ni a los muros mismos) que el resto de la sociedad humana no puede liberarse del su “miedo ambiente” ni de su impotencia si su parte más pobre no es liberada de sus penurias. Sacar a los pobres de su pobreza no es tan sólo un asunto de caridad, conciencia y deber ético, sino una condición indispensable (aunque meramente preliminar) para reconstruir una República de ciudadanos libres a partir de la tierra baldía del mercado global.
Para decirlo brevemente: la presencia de un gran ejército de pobres y la publicidad dada a su escandalosa situación son un factor de contrapeso de gran importancia para el orden existente. Cuanto mayores sean la indigencia y la deshumanización de los pobres del mundo y de los de la calle de al lado, y cuanta más se las muestre, tanto mejor desempeñarán en un drama que ellos no escribieron y en el que no se postularon como actores.
En otras épocas, la gente era inducida a soportaron docilidad su destino mediante imágenes, vívidamente pintadas, del infierno, siempre presto a tragarse a cualquier culpable de rebeldía. Como todas las cosas sobrenaturales y eternas, el inframundo dedicado a conseguir un efecto similar ha sido traído a la tierra, firmemente situado de los confines de la vida terrenal y presentado de manera de permitir un consumo instantánea. Los pobres son EL OTRO de los asustados consumidores... el Otro que, por una vez, es verdadera y plenamente el infierno. En un aspecto vital, los pobres son aquellos que el resto querría ser (aunque no se atreven): seres libres de la incertidumbre. Pero la incertidumbre que les toca viene bajo la forma de enfermedades, crímenes y calles infectadas por la droga (eso si les toca vivir en Washington DC), o de una lenta muerte por desnutrición (si viven en Sudán). La lección que aprendemos de los pobres es que la certidumbre debe ser más temida que la destetada incertidumbre, y que el castigo por rebelarse al sufrimiento provocado por al incertidumbre cotidiana es inmediato y despiadado.
La imagen de los pobres mantiene a raya a los no pobres y, de ese modo, perpetúa su vida de incertidumbre. Los insta a tolerar con resignación esa incesante “flexibilización” del mundo. La visión de los pobres encarcela la imaginación de los no pobres y les ata las manos. No se atreven a imaginar un mundo diferente; tiene buen cuidado de no hacer ningún intento de cambiar el que existe. Mientras esta situación se mantenga hay poquísimas —por no decir ninguna— posibilidad de que exista y una sociedad autónoma, auto constituida, de la república y de los ciudadanos.
Esta es una buena razón para que la economía política de la incertidumbre incluya, en calidad de ingrediente indispensable, el “problema de los pobres”, considerándolo alternativamente como tema de la ley y el orden o como objeto de preocupación humanitaria... pero solamente en una de esas dos representaciones. Cuando se emplea la primera representación, la condenación popular de los pobres —como depravados más que como carenciados— se asemeja tanto como es posible a quemar la efigie del miedo popular. Cuando se usa la segunda representación, la ira contra la crueldad y contra la indiferencia de los azares del destino puede canalizarse a través de inocuos carnavales de caridad, y la vergüenza que produce la pasividad se evapora en breves explosiones de solidaridad humana.
Día a día, sin embargo, los pobres del mundo y del país hacen su silenciosos trabajo, socavando la confianza y la resolución de todos aquellos que tiene empleo y un ingreso regular. El vínculo entre la pobreza de los pobres y la rendición de los no pobres no tiene nada de irracional. El hecho de ver a los indigentes y destituidos es, para todos los seres coherentes y sensibles, un oportuno recordatorio de que incluso la vida más próspera es insegura y de que el éxito de hoy no impide la caída de mañana. Existe una sensación, bien fundada, de que el mundo está cada vez más superpoblado; de que la única opción que tiene los gobierno de los países es, en el mejor de los casos, la de optar entre una pobreza generalizada con alto nivel de desempleo —como ocurre en la mayoría de los países europeos— y una pobreza generalizada con un poco menos de desempleo, como en los Estados Unidos. Las investigaciones académicas confirman esa sensación: cada vez hay menos trabajo pago. Y esta vez, el desempleo parece más siniestro que nunca. No parece producto de una “depresión económica” cíclica, una temporaria condensación de la miseria que será disipada por el siguiente boom económico.
Tal como argumentaba Jean Poul Marèchal, durante la época de “intensa industrialización” la necesidad de construir una enorme infraestructura industrial y de conseguir grandes maquinarias justificó la creación regular de más empleos de los que desaparecerían como consecuencia de la aniquilación de las artes y oficios tradicionales; pero evidentemente ya no ocurre lo mismo. Hasta la década de 1970, todavía seguía existiendo una relación positiva entre el aumento de la productividad y las dimensiones del empleo; desde entonces, la relación se hace más negativa cada año. Por lo que parece, se cruzó un importante umbral en el transcurso de los años 70 y se dejó atrás una continua línea de desarrollo que persistió durante por lo menos un siglo. Según investigaciones comparadas realizadas por Olivier Marchans, en Francia el volumen de trabajo disponible en 1991 era tan sólo el 57 por ciento del que se ofrecía en 1891: 34.100 millones de horas en lugar de 60.000 millones. Durante ese período, el PBI se multiplicó por 10 y la productividad horaria se multiplicó por 18, mientras que el número total de personas empleadas creció, en 100 años, de 19 millones de personas a alrededor de 22 millones. Se han registrado tendencias semejantes en todos los países que iniciaron el proceso de industrialización en el siglo XIX. Las cifras justifican que hay razones para sentirse inseguro incluso en el empleo más estable y regular.
La reducción del volumen de empleo no es, sin embargo, la única razón de inseguridad. Los empleos que aún pueden conseguirse ya no están resguardados contra los impredecibles azares del futuro; podríamos decir que el trabajo es, en la actualidad, un ensayo diario para la prescindibilidad. La “economía política de la inseguridad” se ocupó de que las defensas ortodoxas fueran desmanteladas y de que a las tropas que las mantenía fueran desbandadas. El trabajo se ha vuelto “flexible”, algo que, dicho con claridad, significa que ahora los empleadores pueden despedir a los empleados a voluntad y sin compasión, y que la acción solidaria —y eficaz— de los sindicatos en defensa de los despedidos es cada vez más una fantasía. “Flexibilidad” también significa la negación de la seguridad: casi todos los trabajos disponibles son de tiempo parcial o por un tiempo fijo, casi todos los contratos son “renovables” con suficiente frecuencia como para impedir que cobre fuerza el derecho a una relativa estabilidad. “Flexibilidad” también significa que la antigua estrategia vital de invertir tiempo y esfuerzo para lograr capacitación especializada, con la esperanza de lograr una remuneración constante, tiene cada vez menos sentido; por lo tanto, ha desaparecido la opción que antes era más racional para las personas que anhelaban una vida segura.
La subsistencia —esa roca en la que deben descansar todos los proyectos y todas las aspiraciones vitales para ser factibles, para tener sentido y para justificar la energía que requiere su creación ( o, al menos, el intento de concretarlos)— se ha vuelto frágil, errática y poco confiable. Lo que los partidarios de los programas de “bienestar para trabajar” no toman en cuenta es que la función de la subsistencia no es tan sólo proporcionar un medio de manutención día a día para empleados, y dependientes, sino algo de igual importancia: ofrecer una segura existencia sin la que no se puede conseguir la libertad ni la autoafirmarción y que es el punto de partida de toda autonomía. En su forma actual, el trabajo no puede ofrecer esa seguridad aun cuando consiga cubrir los costos de seguir con vida. El camino del bienestar para trabajar conduce de la seguridad a la inseguridad, o de menos inseguridad a una inseguridad mayor. Ese camino que incita a la mayor cantidad de gente a seguirlo, hace un eco adecuado a los principios de la economía política de la inseguridad.
Repitámoslo una vez más: la inestabilidad endémica de la vida abrumadora mayoría de hombres y mujeres contemporáneos es la causa última de la actual crisis de la república... y, por lo tanto, de la desaparición y el angostamiento de la “sociedad buena” como propósito y motivo de la acción colectiva en general y de la resistencia contra la progresiva erosión del espacio privado-público, el único del que pueden surgir y florecer la solidaridad humana y el reconocimiento de las causas comunes. La inseguridad engendra más inseguridad; la inseguridad se auto perpetúa. Tiende a atar un nudo gordiano imposible de desatar, que sólo puede ser cortado.
El problema es encontrar el lugar donde el cuchillo de la acción política pueda aplicarse con mayor efecto. Tal vez haya que concebir un coraje y una imaginación iguales a los de Alejandro Magno.
* extracto de “En busca de la política”, Zygmunt Bauman. Fondo de Cultura Económica. México. 2002 y publicado en RevistaTeína, Revista de sociedad y cultura, Valencia, España, Octubre de 2007.

lunes, 1 de agosto de 2011

¿Por Qué quieren ser Políticos?

Nota de Javier Marías Franco, publicada en el Diario El País de España, con una reflexión sobre la crisis política, aquí va:

A nadie, más que a los propios políticos (bueno, a los más tontos), le ha podido sorprender a estas alturas la aversión que gran parte de la población siente hacia ellos y que se ha manifestado de manera vehemente a raíz de la ocupación de las plazas de toda España. Quienes intentan etiquetar a estas gentes están fracasando: no todas son "jóvenes", ni "antisistema", ni siquiera "de izquierdas" (o no al modo tradicional del término), ni desde luego "rubalcábidas", como se han atrevido a sostener la prensa y los tertulianos más obtusos, que ven al Vicepresidente Rubalcaba como a un "Criminal Mastermind", que era el título que se confería a sí mismo el maquiavélico Profesor Moriarty, archienemigo de Sherlock Holmes y forjador de desgracias y catástrofes para su propio placer malsano (copias de este Profesor las ha habido a decenas, desde el Lex Luthor de Supermán hasta el Joker de Batman, por mencionar a dos bien conocidos). Los componentes del llamado "Movimiento 15-M" son en su mayoría personas normales, con y sin estudios, de diferentes clases sociales y edades; más o menos como los ciudadanos que llevan ya tiempo señalando, en las encuestas, a los políticos como el segundo o tercer mayor problema de España. Con ser en sí mala la cosa, lo peor es que éstos no reaccionan ni hacen limpieza en sus filas. Más bien se les ve una tendencia a atrincherarse y a proclamarse "sacrosantos", como se comprobó en los sospechosos altercados habidos en Barcelona hace unas semanas: unos se montaban con aparatosidad en helicópteros para sortear a las "turbas" y otros -Felip Puig, el insidioso y taimado conseller de Interior de la Generalitat- poco menos que alentaban a esas "turbas" con su dejadez y tal vez -tal vez- con sus agitadores mossos infiltrados, para poder poner luego el grito en lo más alto del cielo y demonizar a los manifestantes en general, cuando resultó obvio que los agresivos fueron una minoría, reprendida además en el acto por la mayoría.

Nuestros políticos gozan de muy mala fama desde hace mucho. Tan mala que lo que cabe preguntarse es por qué quieren serlo. No tienen las simpatías ni la admiración de nadie -quitando a los militantes ciegos de cada partido-; se los culpa de todos los males; reciben insultos constantes de sus rivales y últimamente también de la ciudadanía; se los acusa de ladrones y corruptos con excesiva frecuencia; se los percibe como a individuos vagos o incompetentes o malvados, cuando no como a puros idiotas; se les reprocha procurar su propio beneficio o el de sus partidos y casi nunca el de sus gobernados; cada vez más se los considera títeres del poder económico. Trae tan poca cuenta y tantos sinsabores ser hoy político que uno no entiende cómo es que hay tantos aspirantes a hacer de muñeco de las bofetadas.

A mi modo de ver hay cinco grupos:

a) sujetos mediocres que nunca podrían hacer carrera -ni tener un sueldo- si no fuera en un medio tan poco exigente como la política (sé de algún alcalde de ciudad conocido en ella, sobre todo, por ser un completo iletrado y darle a la frasca);

b) sujetos que ven un modo de enriquecerse (así lo explicó sin tapujos uno que no quedó lejos de llegar a ministro);

c) sujetos que sólo ansían tener poder, es decir, mandar y que la gente les pida favores; tener potestad para denegar o dar y salir en televisión; en suma, ser "alguien" (recuerdo haberle oído contar a mi padre que, apenas quince días antes de la derrota -ya segura- de la República en la Guerra Civil, había tortas para ser nombrado ministro de lo que fuese en la última remodelación gubernamental, cuando ocupar un cargo así sólo iba a traer muy graves problemas a quienes los ocupasen, al cabo de dos semanas: la vanidad no sabe de cálculos);

d) fanáticos de sus ideas o metas que sólo aspiran a imponerlas;

e) individuos con verdadera vocación política, con espíritu de servicio, buena fe y ganas de ser útiles al conjunto de la población y de mejorarle las condiciones de vida, de libertad y de justicia.

No hace falta decir que, de estos cinco grupos (expuestos -me disculpo- con la grosería inherente a toda simplificación), el único que merece respeto, vale la pena y resulta beneficioso y necesario es el último, que quizá por eso sea el menos nutrido. Lo llamativo es que los votantes no parezcan saber distinguir a los pertenecientes a cada grupo. Acaso no sea fácil, dado que los de los cuatro primeros fingen y engañan, copian y adoptan las maneras y los discursos de los del quinto, se presentan invariablemente como personas desinteresadas y abnegadas. Si en cada legislatura cambiaran las caras, podría entenderse que les diéramos siempre un voto de confianza y nos colaran gato por liebre. Pero esta ingenuidad no es admisible con los políticos veteranos, porque nadie es capaz de fingir bien mucho tiempo. Fingir es difícil y cansa, y el zafio, el oportunista, el tonto, el bruto, el aprovechado, el ladino, el ladrón, el engreído, el fanático, el déspota, todos acaban por parecer lo que son, y sin tardanza. ¿Cómo es que no lo vemos año tras año, legislatura tras legislatura? ¿Cómo es que no sabemos distinguir a los del quinto grupo -que los hay- ni eliminar poco a poco a los de los otros cuatro? Tal vez sería algo a lo que se podrían aplicar los integrantes del 15-M: no a descalificarlos a todos, que es lo que Franco hacía para justificar su prohibición de los partidos; sino a ir señalando, con nombres y apellidos si hace falta, a la enorme cantidad de mediocres, codiciosos, corruptos, fanáticos y engreídos que se han hecho con tanto poder en España.

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Link a la nota Original de JAVIER MARÍAS LA ZONA FANTASMA, Publicado en El País

http://www.elpais.com/articulo/portada/quieren/ser/politicos/elpepusoceps/20110703elpepspor_13/Tes

lunes, 18 de julio de 2011

INVICTUS*

Más allá de la noche que me cubre

negra como el abismo insondable,

doy gracias a los dioses que pudieran existir

por mi alma invicta.

En las azarosas garras de las circunstancias

nunca me he lamentado ni he pestañeado.

Sometido a los golpes del destino

mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de cólera y lágrimas

donde yace el Horror de la Sombra,

la amenaza de los años

me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el portal,

cuán cargada de castigos la sentencia,

soy amo de mi destino:

soy el capitán de mi alma.


(William Ernest Henley)

*(Traducción al castellano del Poema que inspiró a Nelson Mandela en sus más difíciles momentos de encierro y lucha).

jueves, 14 de julio de 2011

SEMBRANDO...

De aquel rincón bañado por los fulgores

del sol que nuestro cíelo triunfante llena,

de la florida tierra, donde entre flores

se deslizó mí infancia dulce y serena;

envuelto en los recuerdos de mi pasado;

borroso, cual lo lejos del horizonte,

guardo un extraño ejemplo, nunca olvidado,

del sembrador más raro que hubo en el monte.


Aun no sé si sería loco, sabio o prudente,

aquel hombre que humilde traje vestía;

sólo sé que, al mirarle, toda la gente

con profundo respeto se descubría.

Era acaso su gesto severo y noble

que a todos asombraba por lo arrogante!

Hasta los leñadores, mirando al roble,

sienten las majestades de lo gigante.


Una tarde de otoño subí a la sierra

y al sembrador sembrando miré risueño;

desde que existen hombres sobre la tierra,

nunca se ha trabajado con tanto empeño.

Quise saber, curioso, lo que aquel hombre

sembraba en la montaña, sola y bravía.


El sembrador oyóme benignamente,

y me dijo con honda melancolía:

siembro robles, y pinos, y sicomoros;

quiero llenar de frondas esta ladera;

quiero que otros disfruten de los tesoros

que darán estas tierras cuando yo muera.

¿Por qué tantos afanes en la jornada

sin buscar recompensas? dije. Y el loco

murmuró, con las manos sobre la azada:

Acaso te imaginas que me equivoco;

acaso por ser niño, te asombra mucho

el soberano impulso que mi alma enciende.

Por los que no trabajan, trabajo y lucho;

así el mundo no lo sabe, Dios me comprende.


Hay que luchar por todos los que no luchan!

Hay que pedir por todos los que no imploran!

Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!

Hay que llorar por todos los que no lloran!

Hay que hacer como abejas, que en la colmena

fabrican para hacer todos dulces panales!

Hay que hacer como el agua que va serena,

brindando al mundo entero frescos raudales!

Hay que imitar al viento, que siembra flores,

lo mismo en la montaña que en la llanura!

Hay que vivir sembrando, sembrando amores

con la vista y el alma siempre en la altura!


Dijo el loco, y con noble melancolía

por las breñas del monte siguió trepando,

al perderse en las sombras, aun repetía

Hay que vivir sembrando, siempre sembrando!

Ricardo Blanco Belmonte

jueves, 30 de junio de 2011

Los Cuatro Acuerdos...

… de la Sabiduría Tolteca:


1. No supongas

No des nada por supuesto.

Si tienes duda, aclárala.

Si sospechas, pregunta.

Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que no tienen fundamento.


2. Honra tus palabras

Lo que sale de tu boca es lo que eres tú.

Si no honras tus palabras, no te estás honrando a ti mismo; si no te honras a ti mismo, no te amas.

Honrar tus palabras es honrarte a ti mismo, es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Eres auténtico y te hace respetable ante los demás y ante ti mismo.


3. Haz siempre lo mejor que puedas

Si siempre haces lo mejor que puedas, nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada.


4. No te tomes NADA personal

Ni la peor ofensa.

Ni el peor desaire.

Ni la más grave herida.

Según la tradición Tolteca, poniendo en práctica estos cuatro acuerdos tu vida puede cambiar, siempre y cuando seas impecable con ello...